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Los colectiveros ¿víctimarios o víctimas?

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Si bien todavía Buenos Aires no ha recuperado aún su normal caudal de tránsito, esta mañana se han registrado numerosos siniestros donde la alta velocidad sigue siendo la causa principal.

Sin dudas, el choque más comentado será aquel en el que un colectivo de la línea 60 fue protagonista (otra vez). La unidad arrolló y mató a un motociclista que circulaba por Av. Córdoba, mientras que el colectivo cruzaba la avenida por la calle Junín. El cuerpo del motocilcista fue arrastrado cerca de 35 metros.

Sin querer entrar en defensa del chofer, hay que tener en claro que ante un imprevisto hasta el mejor conductor demora 2 segundos en la reacción de frenar. A una velocidad permitida de 40 km/h, el colectivo ya habría recorrido 22 metros cuando el chofer comenzó a maniobrar y pisar el freno, a lo que habría que sumarle la distancia de frenado.

De todas formas, es llamativo que se sucedan tantos siniestros con la línea 60. Sin ir más lejos, ayer otro interno de la misma compañía se quedó sin frenos en Av. Luis María Campos y el chofer avezado decidió desviar el micro por la única calle transversal que era contramano y chocó 4 autos.

Lo cierto es que la famosa MONSA opera 19 ramales del «60», que lo hacen visibles en las más importantes calles de Buenos Aires y el norte del Conurbano, con 344 unidades circulando diariamente.

El dato: un chofer del «60» está casi 3 horas sin detenerse manejando para hacer la media vuelta entre Escobar y Constitución. Son 3 horas en las que debe transitar por las avenidas más complicadas e intentar cumplir un horario. Después descansa sólo 20 minutos -si puede- para retomar la vuelta.

Más allá de las imprudencias que vemos que cometen creyéndose los reyes del calle ¿cómo podemos pretender que un hombre que maneja 6 horas corridas en medio del caos de Buenos Aires no esté cansado?

Debería la CNRT incrementar las revisiones técnicas de las unidades y limitar los recorridos de los colectiveros a apenas 2 horas, cumpliendo en todo caso un sistema de postas.

Como dice el slogan de la ANSV, si se puede evitar no es un accidente.